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¿Y cómo estamos escribiendo nuestra historia?
Laura Iturbide Galindo[1]
Columnista Invitada Crevolution Now
Los próximos años serán el resultado de las medidas que se tomen hoy. Esta dicho que esperamos en 2021 una recuperación en forma de V, ya que se prevé una contracción de dos dígitos este año. Sin embargo, esta reactivación será asimétrica e insuficiente para volver a los niveles pre-pandemia, que dicho sea de paso, tomará varios años hacerlo. De esta manera, nos tardará entre 3 y 6 años, recuperar la producción perdida, dada la gran destrucción de valor que se ha evidenciado. De acuerdo a Moody’s, el crecimiento a mediano plazo va a ser menor, la relación deuda/PIB seguirá aumentando y habrá todavía un menor espacio fiscal.
El Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2021, se muestra muy limitado para sortear la magnitud de una crisis, como la actualmente experimentada. De hecho, su austeridad y la falta de una política fiscal anti cíclica, no solo compromete el dinamismo futuro de la economía, si no también pone en riesgo las finanzas públicas y el grado inversión en 2021.
Así la salud financiera de Pemex que es un pozo sin fondo, pero que se sigue viendo como el motor del desarrollo; y el orientar el presupuesto a las obras emblemáticas de la actual administración (cuyo presupuesto incluso fue incrementado), significan comprometer aún más el crecimiento de la economía mexicana en los próximos años, la cual básicamente está sustentada actualmente por la recuperación del sector externo.
Exportaciones petroleras (Var. % anual)
En efecto, el destino de los recursos es hoy más importante como nunca porque los “colchones” ya se acabaron: el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios; el de Entidades Federativas y los fideicomisos no darán para mucho más, de acuerdo a lo declarado por las mismas autoridades hacendarias; resulta claro que una reforma hacendaria no podrá tampoco tardar mucho tiempo más.
Asimismo, el uso de recursos que estaban destinados a atender enfermedades graves como el SIDA o el recorte al gasto en educación básica, superior, deporte y cultura para dar más becas del bienestar o la ausencia de incrementos para atender la violencia contra las mujeres, cuando se ha evidenciado un aumento de ésta durante la pandemia, son preocupantes porque dejan huecos sociales delicados y su recuperación financiera también se verá comprometida en años posteriores.
La austeridad que se proyecta en el Presupuesto 2021, será una limitante a todas luces para la reactivación de la economía mexicana, incluso la calificadora Fitch Ratings, la proyecta como la tercera peor de Latinoamérica. Empero quizá más preocupante es la pérdida permanente de avance económico potencial y el riesgo que representa Pemex para las finanzas públicas, ya que los requerimientos financieros proyectados que demandará esta empresa, son una verdadera carga para el erario y no lucen realistas las proyecciones gubernamentales.
Aún más, el crecimiento esperado de 4.6% en 2021, es dependiente de la recuperación de empleos y por ende del consumo y no puede pensarse en alcanzar un nivel que resulta tan optimista cuando la reapertura de la economía se ha estado dando más lento de lo planeado, por la incapacidad de haber domado la pandemia. Este será un sexenio perdido. La historia se pudo haber escrito de manera diferente.
Marco Macroeconómico 2020-2021
[1] Coordinadora de la Maestría en Economía y Negocios y Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte. El correo electrónico es idea@anahuac.mx y la cuenta de Twitter es @IDEA_Anahuac.
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