Pretenden incluir educación financiera en primaria y secundaria

La “S” en los criterios ASG: ¿cómo medir el impacto social de las inversiones?
Contabilizar el valor real, el gran reto de los criterios ASG
Hace unos meses, la energética Cepsa hacía un giro de 180 grados en su estrategia. No solo cambió su nombre, a Moeve, también su propósito. El consejero delegado de la energética, Maarten Wetselaar, explicó en una entrevista en Cinco Días, que los combustibles renovables y la movilidad eléctrica aportarán más de la mitad de sus beneficios a finales de esta década: “Pasará poco a poco, es un gran cambio industrial que lleva tiempo”. En este sentido, el directivo dejaba claro que la sostenibilidad no es solo una estrategia, sino un factor clave para la rentabilidad a largo plazo.
Este impulso hacia lo sostenible responde a varias iniciativas a nivel global, como los Acuerdos de París 2015 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que pusieron el foco en el debate de concienciar a las empresas para cambiar sus estructuras y que, cada vez más, estas cumplan con los criterios ambientales, sociales y de gobernanza.
Las empresas con mejores calificaciones ASG han demostrado, en general, mayores niveles de rentabilidad, dividendos más elevados y valoraciones superiores, tal y como explica el estudio Foundations of ESG publicado por MSCI. “Los índices que eligieron empresas con mejores puntuaciones en criterios ASG obtuvieron rendimientos ajustados al riesgo superiores a los de su índice de referencia durante el periodo de estudio”, señalan.
Por su parte, los inversores buscan que su capital genere rentabilidad financiera, pero también que tenga un impacto positivo en la sociedad. Sin embargo, evaluar el impacto de una inversión ASG sigue siendo un desafío.
¿Cómo contribuye la inversión a la generación de empleo, la reducción de desigualdades o el acceso a servicios básicos? Estas, y muchas otras, son las preguntas que están encima del tablero y es clave contar con herramientas que permitan medir, de manera objetiva, el impacto.
Los criterios ASG han incorporado a la toma de decisiones de inversión factores que van más allá de la parte financiera. Evalúan cómo las cuestiones sociales y ambientales afectan a una empresa y el impacto social que pueda tener.
La diferencia entre riesgo ASG e impacto social es importante. El primero analiza riesgos potenciales para la empresa, por ejemplo, el impacto de una mala gestión laboral en su reputación. El segundo se enfoca en cómo la actividad de la compañía afecta a las personas y comunidades, por ejemplo, cuántos empleos dignos genera o qué nivel de acceso a servicios mejora con su actividad.
Para que la inversión con impacto sea efectiva es necesario un enfoque estructurado: definir un marco de medición, evaluar las inversiones en función de su impacto social, monitorizar y reportar resultados.
Medir el impacto social implica contar con métricas estandarizadas y comparables. Existen diferentes herramientas y metodologías, desde marcos como IRIS+ y GIIN (Global Impact Investing Network), los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), métricas sobre el impacto en comunidades locales, análisis sociales…
De hecho, uno de los principales desafíos en la inversión de impacto es la falta de estandarización en la medición, lo que requiere considerar múltiples variables cualitativas y cuantitativas. Hacerlo permitirá a los inversores alinear su estrategia financiera con sus valores, lo que puede mejorar la gestión del riesgo y generar valor a largo plazo.
Asesores, A. (2025, 21 febrero). Finanzas sostenibles: cómo medir el impacto social de tus inversiones. Cinco Días. https://cincodias.elpais.com/mercados-financieros/eres-tu-no-tu-dinero/2025-02-21/finanzas-sostenibles-como-medir-el-impacto-social-de-tus-inversiones.html