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El síndrome de la cara vacía puede vencerse mediante un periodo de adaptación a las nuevas realidades de la pandemia de covid-19.
Pese a que las vacunas y los refuerzos nos han dado mayor seguridad para enfrentar esta emergencia sanitaria, el cubrebocas sigue siendo un refuerzo adicional para evitar enfermarnos. Tanto es así que la posibilidad o el acto de no usarlo genera cierta ansiedad en un gran número de personas. A esto se le ha llamado el síndrome de la cara vacía.
Este término se usa para definir el miedo o la ansiedad experimentada por las personas al dejar de usar el cubrebocas. Tras dos años en que esta medida fue, o sigue siendo, parte de la vida cotidiana, el hecho de no llevarlo puesto puede generar en algunas personas un sentimiento de inseguridad.
En el caso de México, la jefa de gobierno de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum oficializó la opción de no usar cubrebocas en espacios abiertos, lo cual pudiera generar en algunas personas el síndrome de la cara vacía.
Pero no solo el miedo a contagiarse es una de las inseguridades que puede generar dejar de usar el cubrebocas. También existe la inseguridad de descubrirse el rostro y revelar nuestra verdadera apariencia.
Esto es conocido como mask fishing, que se puede traducir como “el hecho de que una persona parezca más atractiva por llevar una máscara facial”, según el Urban Dictionary.
El cubrebocas prácticamente se convirtió en parte de nuestro rostro, casi en un aspecto adicional a nuestra identidad y en algunos casos como complemento de nuestra ropa. Pensar en dejar de usarlo puede generar inseguridad al momento de mostrar el rostro completo. ¿La causa? El miedo de causar una impresión negativa en los demás al tener un aspecto diferente al esperado.
Es necesario un tiempo de adaptación para superar esta preocupación de manera paulatina. Conforme se observe que los contagios disminuyan, la confianza en hacer una vida sin cubrebocas hará que las personas se sientan menos vulnerables.
Fuente: Muy Interesante.
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