Pagos electrónicos: el nuevo pilar de las finanzas digitales
De unicornios a zombis: decenas de ‘startups’ se declaran en quiebra.
Este ha sido el año más difícil para el sector en una década, según los expertos. En Silicon Valley, las nuevas empresas tecnológicas con más negocio son las que ayudan a otras a finiquitar sus operaciones.
WeWork recaudó más de 11.000 millones de dólares de financiación cuando se convirtió en una empresa privada. Olive AI, empresa emergente del sector de servicios de salud, recaudó 852 millones de dólares. Convoy, empresa emergente de la industria de fletes, atrajo una inversión de 900 millones de dólares. En cuanto a Veev, empresa emergente de construcción de vivienda, reunió 647 millones de dólares.
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En las seis semanas más recientes, todas estas empresas iniciaron trámites para declararse en quiebrao cerraron operaciones. Se trata de los ejemplos más recientes en un periodo de fracasos de empresas emergentes o startups tecnológicas que, según los inversionistas, apenas empieza.
Después de recortar costos en un periodo de dos años para evitar un derrumbe masivo, muchas empresas tecnológicas otrora muy prometedoras ahora están a punto de quedarse sin tiempo y sin dinero. Enfrentan una dura realidad: a los inversionistas ya no les interesan las promesas. Más bien, las empresas de capital de riesgo ahora se concentran en decidir a qué empresas jóvenes vale la pena salvar y en instar a otras a que cierren o vendan.
Esta situación ha provocado una impresionante pérdida de dinero. En agosto, Hopin, empresa emergente que recaudó más de 1600 millones de dólares y cuya valuación llegó a ser de 7600 millones de dólares, vendió su negocio principal por solo 15 millones de dólares. El mes pasado, Zeus Living, empresa inmobiliaria que recibió 150 millones de dólares, anunció el cierre de sus operaciones. Plastiq, empresa emergente de tecnología financiera que recaudó 226 millones de dólares, se declaró en quiebra en mayo. En septiembre, la empresa de motocicletas ligeras Bird, que atrajo una inversión de 776 millones de dólares, dejó de cotizar en la Bolsa de Valores de Nueva York debido a que sus acciones tenían un precio demasiado bajo. Su capitalización de mercado de 7 millones de dólares está por debajo de los 22 millones que vale la mansión que su fundador, Travis VanderZanden, compró en Miami en 2021.
“Como industria, debemos prepararnos para enterarnos de muchos más fracasos”, afirmó Jenny Lefcourt, inversionista de Freestyle Capital. “Mientras más dinero hayan recibido antes de que terminara la fiesta, más larga será la resaca”.
Es difícil tener una idea clara de las dimensiones de las pérdidas, pues las empresas tecnológicas privadas no tienen la obligación de divulgar información cuando se van a pique o venden. Además, la difícil época que atraviesa la industria ha quedado enmascarada por una bonanza entre las empresas dedicadas a la inteligencia artificial, que ha captado la atención de los inversionistas y recibido financiación en el último año.
Pero lo cierto es que alrededor de 3200 empresas estadounidenses que recibieron capital emprendedor han suspendido operaciones este año, según datos reunidos para The New York Times por PitchBook, que le da seguimiento al desempeño de las empresas emergentes. Esas empresas habían recaudado 27.200 millones de dólares en financiación privada. PitchBook señaló que los datos no son totales y probablemente reflejan una cantidad menor que el total, pues muchas empresas dejan de operar con gran discreción.
Carta, empresa que les presta servicios financieros a muchas empresas emergentes de Silicon Valley, comentó que 87 de las empresas emergentes de su plataforma que recaudaron por lo menos 10 millones de dólares habían cerrado hasta octubre de este año, un número equivalente al doble del total para 2022.
Este año ha sido “el más difícil para las startups en por lo menos una década”, escribió Peter Walker, director de análisis de datos de Carta, en LinkedIn.
Fuente: The New York Times